miércoles, 3 de junio de 2015

Contribuido por el señor XX-31. El hecho ocurrió en 2014.

Tengo 42 años y vivo en Madrid. Me vuelven loco los probadores. Me dan un morbo que ni te cuento. Quedé una vez con una mujer de más o menos mi edad (ella 41, yo 39) en hacerlo en un probador y sin hablarnos nada de nada. Todo esto lo combinamos a través del chat, que fue donde la conocí. Quedamos en hacerlo en un Corte Inglés. Ella estaba casada como yo, no sé cómo se llamaba ni tampoco nos interesaban nuestros nombres. Cuando terminamos, cada uno por su lado. Ella quería que le comieran el coño, el marido no se lo hacia y yo me los como muy pero muy bien. Me lo planteó en el chat. En un día de diario en esos almacenes del Corte Inglés no hay casi nadie, ninguno de seguridad molestando, por lo que te dejan entrar a los probadores sin ningún control. Así que al llegar al probador convenido, atravesé la cortina verde, cerré con los adhesivos y me dispuse a gozar. Pasé detrás de ella y sin mediar palabra la senté, la besé en la boca y bajé a su cuello dándole amorosos mordiscos. Una vez agachado, levanté sus piernas y bajé directo a su clítoris a darle duro con mi lengua. Con solo recordarlo se me pone dura. Gozamos muy bien, ella tuvo que controlar su jadeo pero sentí que se corrió como si fuera su primera vez. Después de eso, me satisfizo con mucha ternura. Sólo habló al irse, me dijo que yo tenía una lengua maravillosa. No nos volvimos a ver aunque algo me dice que no será la última.
Quizá ahora mismo el marido esté leyendo esta historia y hasta se ría diciendo ¡pero qué de cornudos que son algunos! y siga sin atender a su mujer. Yo estaba en la misma situación que esa esposa, casado con alguien que me retacea el sexo. Así que no fue más que hacer causa común. Hay mujeres, como la mía, que suponen que el débito conyugal es cosa del pasado y muy seguras de que el marido se la va a aguantar sin follar todo el tiempo que a ellas se les dé la gana. ¡Pobres tontas! Falta de mundo. Serán cornudas seguro. Un hombre sale a la calle y tiene decenas de oportunidades. Y no siempre con mujeres más feas que la que le tocó a uno. No, señor. Tampoco que uno encuentre siempre mujeres más viejas, no, tampoco. Hay chicas jovencitas que adoran tener aventuras con un maduro, incluso con maduros de mucho mayor edad que la mía. Así que a esas esposas que creen ingenuamente que a sus hombres pueden dejarlos sin follar, que se queden tranquilas, que oportunidades hay por doquier. Una miradita y ya está, a charlar y después a las sábanas. Y en el peor de los casos, si el marido desatendido no encuentra a una mujer en un bar o en la calle o a la salida del metro, pues que recuerden que hay casas de putas por montones en toda ciudad grande y aun también en las no tan grandes. A diestra y siniestra las hay y allí hasta se encuentran chicas veinteañeras muy atentas y que además saben hacerlo de primera…

(Probador)


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