miércoles, 1 de julio de 2015

Contribuido por el señor XX-36. Estos hechos ocurrieron por el año 2014.

Soy fotógrafo profesional, vivo en España y tengo 40 de edad. Hace unos años estaba en casa, aburrido, y empecé a chatear. Como para animarme un poco elegí una sala de sexo. En ese tipo de chat hay más hombres que mujeres. Supongo que en proporción de 20 a 1. O sea, los hombres ganamos (o perdemos, según se mire) por goleada. Lo sé por una amiga que entra de cuando en cuando, y anda haciendo malabarismos con las decenas de privados que le abren los tipos para proponerle o mostrarle algo.
En fin… lo cierto es que me metí y comencé mi chateo. Le proponía a toda fémina que caía (bueno, lo de caer es un decir…) tener sexo directamente. Bien en plan porno, sexo a full entre desconocida y desconocido. Iría a su casa y ella me haría lo que le pidiera, pero sin previo romance ni besos ni pérdida de tiempo ninguna, sin siquiera decir hola ni nada. Ella abriría la puerta, se arrodillaría y bueno, vosotros sabéis… no hay necesidad de explicar más. Obvio que algunas (ya ni recuerdo cuantas) me enviaron a donde se destinan los subproductos corporales, lo que hizo desesperarme de encontrar una compinche. Las mujeres no tienen verdadera fantasía ni sentido del humor... Dicen liberarse pero son tradicionalistas por definición. No soy misógino, no. Es así, son así. En el fondo nunca han salido del confesionario. ¡Así nunca será posible que la humanidad progrese en serio!
Pero contra todos los pronósticos, apareció una, una que estuvo de acuerdo. Ella se encargaría de hacer lo que se hace arrodillada fuera de una iglesia y yo le haría fotos mientras lo hiciera.
Entonces, apenas me abrió la puerta (bueno, en verdad en cuanto apenas la cerró) clavó puntillosamente sus rodillas en el piso y me… bueno, si no lo dije antes, no pretendáis que lo diga ahora. No hicimos mucho más que eso. O sea, eso y unas fotos que debo tener por ahí. No fue fácil lo de las fotos, digo, porque había que sostener la cámara y también la erección. Y uno no siempre puede estar tocando la campana y dando misa en simultáneo. Encima no estaba en mi estudio, toda una complicación técnica. Además sólo quería que me succionara (¡ay, lo dije sin querer!, no volverá a pasar, espero) y después irme. En síntesis, usarla como si fuera una puta, un pañuelo descartable, esa era la idea original y de hecho se cumplió. Porque a decir verdad, aunque no quisiera afectar su autoestima, la mujer no me gustaba y ella quería follar en regla, ortodoxamente, pero yo no; poco más y pretendería su débito conyugal. ¡Qué inmoralidad, a dónde vamos a parar! Pues que ahí terminó todo: un toque y me voy o, mejor dicho, un chupi y me fui. Pero antes de irme, estuvimos un rato charlando y viendo las fotos en mi cámara. Descansando del jueguito oral que por cierto me dejó satisfecho. Yo seguía desnudo, abrazados los dos, y ella acariciaba mi polla ya dormida...
En fin, que ella quería más sexo y yo también pero yo con alguien que me gustara. No hubo segundas partes, ni buenas ni malas. En fin, de ser hoy le diría: no eres tú, soy yo… y quién sabe, por ahí hasta me creería.
Así que, vuelta a remarla. Vuelta a chatear y chatear. Como dicen los argentinos en esos casos: una paja. Qué paradójico ¿no? Digo, que buscando algo tan lejano a una paja se tenga que aguantar una paja de amansadora, metafórica. Hay mujeres que van —creen— al chat a conseguir su príncipe cibernético y sólo logran suplantar su príncipe azul por un viejo verde pero bueno, es lo que esta clase de ingenuas entiende. Otras chatean para que les digas alguna cosa linda que el marido nunca aprendió ni aprenderá. Otras se largan si no cumples con sus unilaterales exigencias.
Pero no nos desviemos. El tema es que insistí y es cierto que quien persevera algo logra. No vamos a decir que triunfa porque sería subjetivo. Así que apareció la chica que contra toda probabilidad era linda, es linda. No será Brigitte Bardot a los veinte años, pero —¡joder!— ¿cuantas BB hubo desde los tiempos de Eva? Que en Francia a BB hasta le levantaron un monumentillo y eso que los franchutes son gemelos de los escoceses (¡o de los suizos!) en eso de no gastar un euro de más…
Como dije, apareció la morocha y a mis ojos estaba buena. Y bueno, que no era como la otra ni ahí. Pero yo había cambiado, pues mi fantasía no tiene límites, al menos eso creo. Le conté de mi anterior foto-porno y se interesó. Nos intercambiamos fotos por Skype y todo eso. Se ve que le gusté también. Vamos que uno no será Alain Delón pero tampoco el monstruo de Frankenstein. Resultado: ya no me conformaba con sólo follarla, no. Quería más, así que le recordé mi profesión y, como dije, le interesó la idea completa. Idea que yo cavilaba de hacía tiempo. Entonces, ¿por qué no realizarla ahora con esta cómplice? Tan simple: nos sacaríamos fotos. Desnudos, se entiende. Haciendo el amor, se entiende. Es decir en perfecto español: follando como cerdos. En lo demás todo igual. Ella entraría y sin mediar palabra, sin un beso, sin una caricia, a la cama, o a donde fuera. No habrá fotos de tu cara si no quieres —le dije— pero ella no pareció importarle ni medio. Le encanta su cuerpo, y —¡joder!— que tiene razón, es estético, muy estético, y muy deseable por cierto.
Pero hubo un preámbulo a mi fantasía completa. De no haberlo no habría sido mujer y doy fe que lo es ¡y cómo! Así que primero en casa de ella, me dijo. Otra vez la pelota a la calle. Pero para allá fui. Con una mujer no se debe discutir la localía. Que por más decidida que parezca, toda mujer tiene que entrar en confianza, una regla básica se ve. Lo que digo, nunca iremos a progresar… Para colmo de delicias sabe follar muy bien. Vaya si sabe. Se las sabe todas y algunas más, como se decía de un florentino del siglo XV. Es decir, fue entrar y follarla sin mediar un ¡hola! Y bueno qué puedo agregar de aquel día… que uno tiene derecho a entretenerse un poco, que no todo tiene que ser trabajo y obligación. Un rato de esparcimiento pleno no se le niega a nadie y eso fue lo que hicimos. Resultado: la cámara quedó por ahí tirada. El completo reportaje porno que nos prometimos quedaría para otro día. Así que esa vez la cosa fue completa pero en otro sentido. No vamos a andar aclarando lo obvio.
Pero ya estábamos en la misma frecuencia y quedamos para otro día. Follaríamos sí, pero en determinadas condiciones pactadas. Ella me esperaría con un corsette y ligueros con medias de seda y sin bragas, bien a lo puta del Far West o algo así. Nada más llegar me la chuparía directamente, sin decir hola ni nada, una vez que la yo tuviera bien dura. Y la cosa se cumplió tal cual. Fue un encanto cuando se levantó del suelo, bien a lo deliciosamente puta, agarrándome de la polla como si fuera una manija y me condujo a su habitación donde acabamos como los dioses. Ay, qué buenos polvos que tuvimos… Qué mujer divina…
Por fin, un día convenido vendría a casa. Vivo solo y el buey solo bien se lame (¿o bien lame?, no recuerdo bien el dicho) así que no habría ni hubo problemas de terceros disidentes. Preparé todo para recibirla: luces, cámaras, ambiente… Ahora sí que sería una serie profesional, no con fotos sacadas a los tumbos en casa ajena. Y así fue. Llegó, inspeccionó todo y le gustó. Quizá comprobó que no tenía ningún minotauro escondido y empezamos. Empezamos a follar y muy rico. Succiona de primera, folla como una diosa, acaba cuanto quiere y ninguna posición le es extraña ni la asusta. Lo técnico ya estaba arreglado, así que a sacar fotos y más fotos. Cambiábamos de posición tetas, pene, vagina, culos y cuerpos en general. También la cámara, cuando podía usar la de mano. Pero con las más jugué con el remoto que me daba libertad parcial de movimientos. Fue un reportaje porno fantástico. Los tres quedamos satisfechos: ella, yo y el arte fotográfico.     
Tiempo después vino a otro reportaje pero fue más limitado, tenía un asuntillo que arreglar. Y en fin, que no sé por qué no volvimos a hacer otra serie, siendo que los dos estábamos de acuerdo y nos gustamos. Debo trabajar más, ese es mi corolario. El hombre se debe a su trabajo y, les aseguro, el mío es un trabajo doblemente fatigoso.
Pero como soy un obsesivo del compromiso y todo un profesional en mi arte, invito a toda chica mayor de edad a sacarse fotos artísticas conmigo o con otro (u otros/otras) siempre que lo desee. Les garantizo que no tendrán que gastar en ropa de moda ni en ninguna otra, pero eso sí, también les prometo que no se harán famosas. Tampoco recibirán un euro porque la Merkel los cuida y no hay que andar despilfarrando por fuera de Alemania. En fin, las espero, mis diosas. Mi email debe andar por este blog, como a la derecha y arriba, por donde dice Agradecimientos, ya que espero que la dueña de todo esto me suba esta historia… 

(Las fotos)



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