lunes, 4 de mayo de 2015

Contribuido por la señora XX-4. Al parecer habría comenzado como a mediados de los años de 1990.

Conocí a mi actual marido cuando él tenía 34 años y yo 30.
el venía de un pésimo matrimonio anterior.
Yo de varios noviazgos frustrados, pero también de un matrimonio que me había durado 5 años.
Ese matrimonio había tenido sus cosas buenas y sus cosas malas.
Mi ex era muy fogoso en la cama,
fue una lástima que nos lleváramos tan mal afuera de las sábanas.
Al principio las discusiones y enojos nos excitaban mucho porque
sabíamos que en la reconciliación él me haría sentir su hombría y yo lo volvería loco con mis tretas femeninas.
Pero con el tiempo la relación se fue desgastando hasta que ya no nos aguantábamos,
con mi nuevo marido el asunto era más tranqui en todo.
Me siento más segura aunque con necesidad de excitación adicional,
él mismo se dio cuenta.
Y se dio cuenta que a veces fichaba a los pibes jóvenes aunque nunca me hubiera acostado con ninguno.
Después de mirar una película me oía hablar con más entusiasmo de los actores que del argumento.
Fue así que mi marido empezó a decirme al oído que yo era demasiado calentona.
Yo se lo negaba pero después en la cama él me decía: andá, soltate, fantasea con ese guacho de la peli.
Al principio yo me recataba pero después me solté y hasta jadeaba a full, pensando en el tipo además de mi marido.
En algún momento él intentó hacerme adicta al porno.
No es que deteste lo porno pero como mujer priorizo lo inmaterial sobre lo físico.
La carne en bruto excita más al varón y una es más proclive al sentimiento o al deseo profundo o a…
Además, confieso, que no siempre los actores pornos me gustaban, en especial las actrices, algunas muy chabacanas en películas baratas,
y otras demasiado diosas en películas pornos de buen nivel.
Parece mentira pero me llegaron a excitar más esas pornos japonesas de dibujos,
ya sean animados o de historietas.
Mi marido detectó mis gustos y me bajaba de Google esos dibujos mangas y videos animados con historias bastante truculentas que me hacían imaginar demasiado. Algunas quizá llegaban al borde de la censura por su contenido argumental.
Lo hablé con mi psicóloga y me dijo que el tema del incesto, del seudoacoso o de la orgía es una fantasía recurrente en muchas mujeres.
Que no me preocupara, que soltara mi imaginación.
Yo la soltaba pero no en voz alta, no le decía ni esto de chiquitito a mi marido.
Pero mi marido no es tonto, me buscaba, me llevaba hasta el límite.
Una noche en que supuso tenerme bien “madurita” para el tema, me sugirió un trío con un amigo, que según él me deseaba desde que me conocía.
Reaccioné mal, lo eché de casa por dos semanas.
Tenía que demostrarle que no era una puta, así que lo puse en el frizzer.
El pobre se masturbó esas dos semanas en la pensión que le tocó en suerte. Se masturbaba y se desesperaba pensando en la mujer que había perdido.
Obvio que no lo iba a castigar de por vida pero él no podía saberlo…
Además, me sentí halagada de que un tipo así (era buen mozo el amigo) se fijara en mí.
Pero mi dilema era cómo darle el gusto a mi marido de copular con otro sin que él me tomara por una puta calentona.
La noche que volvió a casa (yo lo llamé) empezó por prometerme que no me sugeriría más un trío,
Yo esperé a acostarnos, le dije que lo extrañé todo ese tiempo.
Él me volvió a prometer lo que llamó pleno respeto.
Yo esperé a tenerlo adentro mío y ahí le dije al oído como si fuera un secreto:
Mi amor, entendeme, no es que lo tomé como una falta de respeto, es otra cosa, me halagó que un amigo tuyo, buen mozo además, se fijara en mí, pero imaginá en lo que pensaría él de vos y de mí si me entregaras como una putita, como una callejera…
Y ahí mi marido me dijo: ¿y si no fuera mi amigo?,
Le contesté: No sé, ¿pero entendés lo que digo? Aunque aceptara hacerlo con vos y tu amigo, llegado el momento me cohibiría y sería un desastre en la cama, no podría hacerlo.
Mi marido dijo: ¿O sea que tal vez, y no te enojes por favor, si se tratara de un desconocido te sentirías mejor?
Le contesté: no sé, me sentiría más libre, sin inhibiciones, pero no hablemos de eso por ahora… ahora, cogeme vos…
Él me dijo: ¿Querés pensar en otro como pasaba antes de que me echaras?
¿Cómo sabés que pensaba en otro?, le dije jadeando,
Porque te calentabas como una loca después de una película erótica o una porno.
No contesté.
No quiero que me eches de nuevo, pero quisiera verte con otro para aprender a hacerte mejor el amor, para satisfacerte como mejor merecés.
Me dio ternura, yo suponía que era simple perversión pero no, quería aprender a hacerme gozar más, me pareció un dulce, un dulce degenerado diría mi mamá, pero un dulce al fin…
Le contesté: No sé, dame tiempo, aunque no te prometo nada.
Todo siguió tranqui.
Él seguía bajándome hentai y mangas, y por mi reacción en la cama, se daba cuenta si me calentaban o no.
Llegó un momento en que yo quería darle el gusto pero no me atrevía a dárselo enseguida.
Y además me aterraba con quién.
Los dibujos japoneses lo fueron guiando.
Como a los tumbos se fue dando cuenta de que no podía ser un tipo completamente desconocido, más bien debía ser un conocido aunque no amigo.
Una manga muy específica le dio la pista, mi reacción ante el argumento fue decisiva:
Mi amor, me dijo, y no te enojes, ¿no será que sólo querrías con alguien por el que sentiste algo antes…?
Sentí un calor intenso en la vagina, aunque todavía estábamos en la previa,
Él percibió algo en mí, creo que demasiado, y empezó a lamerme aquí y allá.
Sí, sí, es eso, decía, ¿cómo no me di cuenta?, ¿tendría que ser con un ex?
Y yo: no sé… no me digas esas cosas, no sé.
Pero la verdad es que me puso a full y cuando me penetró sintió mi vagina demasiado mojada, mucho más que de costumbre.
Así que él me cogía y me hablaba, había encontrado mi punto débil.
Vio que yo acababa un orgasmo y empezaba otro.
Sí, mi amor, vamos, decime, ¿ahora con quién estás?
Yo no decía nada pero me movía más rápido ante sus preguntas.
Vamos, decilo, ¿con quién…?
Y yo al fin: no, no, no te voy a decir nada… descubrilo vos si podés.
Ahí me dijo: con tu primer novio, ¿no?
Y yo: frío, frío…
¿Acaso, aquel rubio con el que saliste un año?
Yo: frío, frío…
De pronto se le prendió la lamparita: No me digas que…

No contesté, pero reaccioné con un jadeo y más movimiento.
Pensé que me diría turra, puta, o algo así.
Pero no, me cogía con suavidad y me decía: sí, mi amor, ahora entiendo… alguien conocido que te dé confianza y que no vaya a decir nada…
yo asentía con un beso en su cuello y me dejaba llevar en un orgasmo casi continuo.
Al otro día mi marido llamó a mi ex marido.
Fueron a tomar un café.
Mi ex le dijo que no iba a andar, va a terminar enojándose con los dos, agregó.
Nosotros discutíamos demasiado, ¿ya lo sabrás, no?
Pero en la cama se llevaban bien, insistía mi marido.
Sí, pero además está mi nueva mujer, decía mi ex.
No tiene por qué saberlo, insistía mi marido.
Mi ex movía la cabeza, pero al fin dijo que sí.
La primera vez que los tuve juntos en una misma cama, los dos para mí sola, fue el día más feliz de mi vida… Todavía los tengo y no me arrepiento nada…

(Quedó en familia)

No hay comentarios:

Publicar un comentario