miércoles, 6 de mayo de 2015

Contribuido por el señor XX-10.

Esto sucedió más o menos hace 20 meses, no más.
Yo salía de un sauna gay, uno de esos SPA donde van tipos a tocarse y a bastante más. Estoy casado pero me gusta consumir machos.
Tenia que tomar el transporte para ir a casa, ya que vivo más hacia el centro de la ciudad.
El vehículo estaba repleto y el lugar con menos gente quedaba al lado de la puerta de salida.
Me ubique allí.
Era invierno, yo estaba con un sobretodo pero no puesto, lo llevaba en la mano.
Frente a mí se ubicó un tipo alto.
Cuando los pasajeros bajaban, empujaban a este tipo que, sin querer o queriendo, se abalanzaba sobre mí.
Yo estaba con las manos entrelazadas delante, sosteniendo el sobretodo.
O sea que el tipo me refregaba la verga en la mano.
Yo se lo dejé hacer pero cuando pasó por tercera vez lo mismo, comencé a manosearle la verga.
Ahí el tipo se bajó el cierre, total el sobretodo tapaba todo.
Le metí la mano en la bragueta y tenia una bestia descomunal, tibia.
Estuvimos así como 15 minutos, yo había salido del sauna, donde me garchó más de uno.
Aun así me puse al palo, yo también tengo buen aparato.
El tipo me dijo al oído que ya bajaba.
Al bajar le pregunte si tenía donde ir, quería que me cogiera.
Me contesto que no tenía.
Y ahí parecía acabarse todo.
Pero seguimos caminando, uno junto al otro. No sabíamos para qué pero seguíamos.
Al rato me dijo: quizá podamos…
Yo estaba recaliente.
Nos metimos en una calle oscura.
Me acordé de esto, dijo, mientras señalaba una empalizada. 
Encontramos una especie de puerta precaria cuya cerradura era un alambre que la ataba a las tablas de la empalizada. El tipo empezó a desatar el alambre, yo miraba que no viniera nadie.
Al fin logró abrir la puerta y entramos. Volvió a cerrar con el alambre pero del lado de adentro.
Era un terreno baldío porque habían tirado la casa y esperaban construir un edificio.
Caminamos un trecho hacia una medianera lateral esquivando yuyos. Allí el tipo me bajó los pantalones y sacó su verga. Pese a la poca luz, se la veía inmensa. Intentó puertearme pero estaba blanda. En un momento me dijo: dale, arrodillate. Tras mi succión se le puso durísima. Entonces me puso de pecho contra la pared y ahí mismo me penetró. Me accedió fácil porque lo tengo bien abierto. Bombeó fuerte y rápido. Cuando yo acababa, él se vino adentro mío, sentí su leche caliente, viscosa.
Nos despedimos sin siquiera saber nuestros nombres…

(El pasajero)

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