jueves, 14 de mayo de 2015

Contribuido por XX-20. Esto ocurrió probablemente en 2010.

Me llamo… bueno, dejémoslo ahí. Soy de de Floresta, mecánico, casi 40 abriles. Hace unos años tuve un fato con la vecina de enfrente, solterona, 59 calendarios. Entré a la casa a verle el auto pero cuando la miré me excité. Esas tetas me volvían loco. Esas tetas que veía pasar de perfil todos los días desde la fosa. Esas tetas que deseaba desde hacía años. Esas tetas que no se comparaban con las de mi mujer ni por las tapas. Esas tetas que me volvían pajero muchas veces. Esas tetas que imaginaba desnudas cuando cogía a mi jermu por las noches. Encima culona, como me gusta que sean las mujeres.
La quise besar y me esquivó. O mejor dicho intentó esquivarme porque la agarré fuerte y la besé igual. Sentí que se aflojaba un poco.
—Dejame chuparte las lolas, dale, dejate…
—Nooo. ¿Qué te pasa? ¿Estás loco? Soltame…
Pero era un nooo y un soltame sin convicción. Me avivé enseguida. Me lo decía para no pasar por puta. Así que empecé a besarle la cara. Al llegar al cuello ya me apretaba la cintura.
—Dale, dejame chupar. Sueño todos los días con estas lolas. No puedo más.
—¿Tanto te gustan?
—Me vuelven loco, ¿cuánto miden?
—Uso corpiños de 120. No sé si te da una idea…
Era una invitación. Le bajé medio vestido. Quedó en bolas de cintura para arriba. Que vista hermosa. Y así empecé a chupar esas lolas divinas.
—Nooo, nooo, pará, tu mujer va a sospechar que tardás… Soltame…
—No va a sospechar nada. Sos una clienta. Y no me voy a perder este momento…
—Nooo, nooo.
Pero un nooo entre jadeos y gemidos. Así que bajé mi mano hacia el pubis. Al tocárselo sentí que estaba mojada. Pegó un respingo, no se esperaba el manotón abajo. Pero como no dijo nada y no intentaba zafarse, seguí con todo.
Estábamos en su garaje. La puse contra el auto, de frente a mí. Me arrodille y le lamí el clítoris y el culo. Esa no falla nunca. Ella decía nooo pero abría cada vez más las piernas. Sentí sus dos veces seguidas. Después se soltó, se amasaba las lolas, se removía como loca el pelo y sobre todo eyaculaba. Sí porque eso no era una mojadura, eran chorros femeninos. Terminó ese tramo acabando sin parar, un orgasmo tras otro.
—No sabía que eras multi. Te quiero coger. Dale.
—No, por favor, no lo hagas… por favor no…
No le hice caso, más bien. La di vuelta. Ella, dócil, se dejaba llevar. Era obvio que necesitaba más.
La puse en L, las lolas contra el vidrio del coche. Separó las piernas sin que se lo pidiera. Mi pene estaba a mil. Pensé en un forro pero no era el momento de ir a buscarlo. Así que adelante con los faroles. Su caverna húmeda y caliente. Pegó un aullido corto y acabó apenas sintió mi verga. Y otro más al penetrarla. Su vagina era suave, amplia, perfecta. No podía parar de cogerla. Y ella que me acababa a lo loco. Se movía, gemía, pedía más, yo sentía su jugo que me bañaba a chorros, no podía creer que fuera tan, tan caliente. Qué mujer. Terminé acabando con un chorro largo que ella gritó sin importarle si la oían de la casa vecina o desde mi casa.
Paramos. Yo sobre ella siguiéndole la L que describía su cuerpo sobre el auto. Al rato sentí que volvía mi erección.
—Dame la cola —le dije.
—Ay, no, por favor no, por ahí no —se dio vuelta y me besó en la boca.
Eso me distrajo. Aprovechó para besarme el cuello y bajó como una flecha hasta quedar agachada. No tardé en sentir que me comía el pene. Fueron cinco minutos increíbles. Semidesnuda al lado del auto, la veía succionar y me daba ternura. Ya estaba por eyacular en su boca cuando se incorporó y me dijo:
—Acostate sobre el capot.
Le hice caso sólo para ver qué haría. Cuando sentí mi pene entre sus lolas me vino una alegría inmensa. Ay, qué turca que me hizo. Una turca de oro. Sabía usar sus lolas como nadie. Eyaculé en medio de sus lolas como nunca entre otras.
Al terminar, la amenacé medio en broma, medio en serio:
—No creas que te vas a salvar de darme la cola.
—No, por favor, no que la tengo virgen.
Sentí como un calor y un deseo lejanos aunque ya tenía el pene flácido.
—Justamente por eso no te vas a salvar —atiné a contestarle.
Me despedí con un beso, admirando sus nalgas. Tenía un culo muy deseable. Decidí que sería mío. Pero esa ya es otra historia…

(La vecina)


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